Su tacto todavia lo acompañaba. Su olor, mezclado con el sabor dulzón de su piel, ya se habia desvanecido. Esos encuentros nocturnos, fugaces y llenos de alevosía y poca premeditación... cuánto la amaba él sin comprender bien el porqué... sus actuaciones, tan despreocupadas tupidamente cubiertas con un velo de hipocresia.

Aún la amaba y no podia decirselo. Tantas palabras silenciadas por la absoluta certeza de conocer el final del camino... un fin en el que ella volaba lejos... y el recordaba secretamente el dolor, la alegria, el desconcierto... a partes iguales.